En este Blog encontrareis pequeños relatos eroticos y romanticos a la vez, espero q al leerlos

os sumergais en la historia, q os veais en ellos y disfruteis como yo al escribirlos.

Y si os animais podeis publicar los vuestros propios, espero q os gusten.. EJ

lunes, 28 de marzo de 2011

Un Dia de Calor ( Parte III)

Sin dudarlo, metió su lengua en mi culo, sabía que aquello me gustaba. Notaba la humedad de sus lenguas y la mía propia que se escapaba de mi, chorreante de placer.
A él le encantaba notarme tan húmeda y después de unos segundos, no pudo resistirse a penetrar mi culo. Le noté entrar con delicadeza, pero a continuación empezó a embestirme con fuerzas. Sabía que era así como me gustaba que lo hiciera.

Tenía a Vanesa lamiéndome e introduciendo su lengua y sus dedos en mi sexo, y a David cogido a mis caderas follándose mi culo. Me estaban llenando de placer, mis gemidos pasaron a ser desgarrados gritos de satisfacción, era un goce tan intenso que no aguantaba más y me rendí ante él una y otra vez.

Mi cuerpo temblaba, tanta excitación, tanto placer no cabía en mí. Necesitaba ser yo quien tocara, quien dominara...

Entonces David se paró, seguramente estaba a punto de correrse y no querría que aquello acabara ya. Así que se apartó de mi suavemente, acariciando mi culo, rozándolo con su lengua y acompañando la de Vanesa en recorrer mi sexo. No podía aguantar más, yo quería comer...Me aparté de ellos y empecé a besar a Vanesa, mientras David bajaba hasta su coño, que empezó a comerse deleitándose con él a la vez que ella lo disfrutaba.

Mi lengua recorrió el cuello de ella hasta llegar a sus pezones que mordí, y succioné. Fui bajando por su cuerpo hasta llegar a su sexo, y ayudé a David, nuestras lenguas se entrelazaban, jugando con su clítoris que se le notaba hinchado por el gusto, retorciéndose por el placer.

Las manos de ella buscaron mis caderas y su cabeza volvió a estar en mi sexo, aquella chica no podía estarse quieta, eso me encantaba....Su lengua recorría mi culo, la introducía en él, la sacaba y la metía en mi sexo, mientras David y yo hacíamos lo mismo con ella.

Pudimos notar como se corría varias veces y saboreamos entre los dos su sexo, bebiéndonos los jugos que destilaba.

La polla de David estaba allí casi a punto de reventar, se la veía grande y poderosa, y mi boca sintió ese deseo incontrolable por tenerla. Él había comenzado a penetrar su coño y yo seguía lamiéndoselo. Podía ver todo, cada uno de los detalles, su sexo entrando y saliendo, los labios de Vanesa, abriéndose para recibirlo, la humedad...¡Necesitaba tenerle dentro de mi boca!

David pareció intuirlo y la acercó a mi, y comenzó a meterla en mi boca para luego sacarla y meterla dentro de Vanesa. Iba alternando entre mi boca y el coño de ella.
Mi cuerpo sobre el de Vanesa y la lengua de ella en mi sexo, en mi culo.
Mi cabeza apoyada sobre el vientre de ella y el sexo de él en mi boca, en mis labios.
Él penetrándola a ella y mi lengua recorriendola a ella.
Los gemidos de ella, los de él, los mios...y ese calor... Un universo de placeres y sabores...

- No puedo más, me voy a correr.- dijo David casi sin aliento.
Vanesa se apartó para unirse a mí y chupamos entre las dos, cada vez más intensamente, su sexo hasta que éste estalló sobre nuestras bocas, que recogieron ávidas, como vampiros la sangre, sus fluidos.

jueves, 24 de febrero de 2011

Un Dia de Calor ( Parte II)



Durante todo el camino a casa de David fuimos en silencio. Sabía que él iba a disfrutar de aquello e imaginar lo que podríamos hacer aquella noche me estaba volviendo loca de deseo.


Llegamos a su edificio y llamé al piso de David en el portero automático. Siempre teníamos la misma conversación en esa situación. Yo pegaba en su piso, él decía "Si?", yo contestaba: "Hola", y él abría. Quise avisarle de que venía acompañada, pero como siempre, abrió inmediatamente y colgó el telefonillo.


Entramos en el ascensor. Nada más cerrarse las puertas se acercó a mí y me puso contra la pared del fondo, cogió mi cara y me besó en la boca. Noté que su lengua buscaba la mía, era un beso lleno de pasión, me mordía los labios y cada vez notaba más cerca su cuerpo del mío. Podía notar sus tetas contra las mías y mis manos buscaron tocarla, recorrí su cuerpo, desde sus hombros hasta su culo que apreté contra mí.


Las puertas del ascensor se abrieron, pero ella no me dejaba de besar y mis manos tampoco se despegaban de su culo.



- Hoo...hola! - oímos decir. Ella se apartó con una leve sonrisa y pudimos ver que quien nos saludaba tan tímidamente era David.
- Hola cielo, ¿qué tal? - le besé y me dirigí a su casa ,- por cierto ella es...una amiga.
- Soy Vanesa - dijo ella informándonos de su nombre mientras le daba un suave beso en los labios a David.
- ¡Hola! - contestó perplejo mientras hacía un gesto con la mano invitándola a pasar a su casa.



David vivía en un ático y aunque el piso era más bien un apartamento, contaba con una amplia terraza en la que , como siempre en verano, había servido una pequeña cena fría. Aunque lo cierto era que aquel día yo no tenía precisamente hambre de eso. Así que serví unas copas de vino y me fui hacia ellos que habían iniciado una conversación de lo más trivial acerca del piso. Les dí las copas y sin pensarlo dos veces empecé a besar a Vanesa.


David miraba con una expresión de incredulidad por lo que estaba viendo, conocía todo de mí y sabía que yo no había hecho eso anteriormente. Se le escapaba una sonrisa de los labios. Sabía que querría meter baza en aquello pero a la vez estaba disfrutando al ver cómo nos besábamos.



- Le dije que no te conformarías sólo con mirar - informé a David. Solté la copa que tenía en la mano y cogí su mano acercándolo más a nosotras.
Vanesa había empezado a desabrochar los botones que tenía mi vestido en su parte delantera y no dejaba de besarme. Una de mis manos tocaba su piel y la otra estaba ocupada con la entrepierna de David. Su sexo estaba erecto y notarle así hizo que sintiera ganas de besarle a él también. Aparté un poco la cara de ella para hacerme con la boca de David que tenía las manos repartidas entre nuestros culos.


Abrí el botón del pantalón dé él y lo bajé dejando su sexo al aire. Vanesa ya se había deshecho de mi vestido y empezó a desnudarse ella, mientras David me lamía las tetas y bajaba hasta mi sexo con su lengua. Yo podía ver como ella iba descubriendo su cuerpo ante mi, como su mirada insinuante me indicaba que nos pusiéramos con él. Y eso hicimos.


Me aparté un poco de David y le llevé hasta ponerle contra la pared. Vanesa le besó y fue bajando con su lengua por su cuello, por sus hombros, por su pecho, yo iba siguiendo sus pasos hasta que las dos nos encontramos en el mismo punto. La polla de David estaba más dura que nunca y esperaba ansiosa a que nuestras lenguas la rozaran.


Ella y yo nos miramos, nos pusimos de rodillas, y empezamos a comernos su sexo. Alternábamos besos, y caricias para seguir comiéndonos aquella polla durísima.


Oía los gemidos de David que cada vez eran mayores, no pude resistir a meter su miembro en mi garganta hasta lo más profundo de ella. Vanesa se sonrió y empezó a tocar mi sexo con sus dedos. Se puso detrás de mi, en mi espalda mientras me seguía tocando con una mano mi coño y con la otra me pellizcaba los pezones.


-Vamos a la cama, me quiero comer tu coño. - dijo Vanesa mientras se ponía en pie.



Fuimos a la habitación de David y ella se hizo la dueña de la situación. Me indicó que me pusiera de espaldas, a cuatro patas, se puso debajo de mi sexo y le dijo a David:


- Puedes ponerte donde quieras. - y empezó a meter su lengua en mi.


A su disposición tenía mi culo, mi sexo o el de ella, lo que más le apeteciera podía ser suyo.

viernes, 4 de febrero de 2011

Un dia de Calor ( Parte I )





Por fin había acabado aquel espantoso día de trabajo, ya salía de la oficina cuando David me llamó para que me acercara a su casa. Lo cierto es que en un principio, sólo tenía ganas de irme directamente a casa, ducharme con agua fría y relajarme. Pero sabía que si iba, tendría sexo, y esa era la mejor terapia para desconectar. Y una manera de acabar bien el día.

Aunque ya era tarde el calor no había remitido y aquellos diez minutos andando que me separaban de la estación de trenes, se me hicieron eternos. No veía la hora de sentarme y notar el frescor del aire acondicionado. Por suerte, nada más llegar vino el tren.


El vagón iba casi vacío, y me senté en el primer asiento que vi al entrar. Al sentarme, me salió un suspiro de alivio y la chica que tenía en el asiento de delante, me sonrió.

- Un día agotador, ¿no? - me preguntó sin dejar de sonreír.
- Sí, un día terrible - respondí devolviéndole la sonrisa. Entonces recordé que David y yo habíamos quedado y sonreí más.


Tenía claro que él y yo lo pasaríamos bien aquella noche. Nos compenetrábamos muy bien y el sexo era estupendo, hacía que me evadiese por completo de todo. Y ese día lo necesitaba más que nunca. Nada mejor que sus manos en mi piel, en todo mi cuerpo...Uf! Me estaba excitando sólo de pensarlo. ¡Qué calor!

Entonces empecé a notar que el aire acondicionado no parecía funcionar en el tren. El calor no era solo por la excitación que tenía, realmente hacía calor. Me desabroché un botón del vestido, saqué una carpetilla del maletín y me abaniqué un poco. Notaba como el sudor resbalaba por mi piel, lo sentía colarse entre mis pechos.


- Hace calor, ¿eh? - me habló de nuevo aquella chica. Tenía los ojos clavados en mí, y por un instante, me pareció que desviaba la mirada hacia mis pechos.
- Sí, es insoportable. El aire no parece que funcione...- ahora sí, notaba que me estaba mirando el escote.


No era la primera vez que una chica me miraba, y nunca me había molestado, pero en ese momento sentí algo que no había notado anteriormente, y es que me gustaba. No sé si influía el que estuviera pensando en David y en lo que haríamos, o puede que fuese ese calor...no sé. Pero esa manera que tenía aquella chica de mirarme me estaba excitando más aún. Desabroché un botón más y la miré. Aún no me explico como fui capaz de decirle:


- ¿Tú no tienes calor? - le pregunté mirando los botones de su camisa. No parecía esperar algo así y me miró por unos instantes sorprendida, pero luego reaccionó y abrió unos botones de su camisa. Podía ver perfectamente el comienzo de sus senos. Eran algo más pequeños que los mios y no llevaba sujetador.


No podía dejar de mirarla. Era bastante atractiva. Tenía los labios carnosos y una mirada alegre. No tenía ni idea que hacía yo analizando sus rasgos pero, aquella situación desconocida para mí, cada vez me gustaba más. Quería continuar pero no sabía qué hacer. Entonces ella se levantó y se puso a mi lado. Me miró y me dijo:

- Estás sudando...- y con uno de sus dedos hizo el recorrido que dejaba una gota de sudor que resbalaba por mi cuello y bajaba hasta mis pechos.

Aquella caricia hizo que mis pezones se endurecieran, sentí deseos de besarla. Miré ligeramente a mi alrededor, vi que había un señor que nos miraba, posiblemente había escuchado nuestra conversación, pues estaba bastante cerca de nosotras. Cuando sus ojos y los míos se cruzaron, apartó bruscamente la mirada, y la fijó en el periódico que sujetaba. Aquello incrementó más el deseo que sentía por besar a aquella mujer, sabía que tarde o temprano apartaría un poco el periódico para observarnos, y esa posibilidad de que nos mirase, hizo que crecieran más en mí las ganas de estar con ella.

Me giré un poco y puse mi boca cerca de la suya y le dije:

- ¿Tú no sudas? - le acaricié el pelo, bajé lentamente por su cuello, y rocé suavemente uno de sus senos.

Puso una de sus manos en mi muslo y acercó más su cara a la mía, notaba el calor de su boca que tenía entreabierta esperando la mía. Separé un poco las piernas facilitándole el camino y besé suavemente sus labios.


El calor de mi cuerpo aumentaba, y ya no sólo sentía la humedad en mi piel, ahora también la notaba en mi sexo, que esperaba su mano con ansias, como si fuera la primera vez que lo tocaran.

Miré al señor del periódico, nos miraba por encima de él. Separé más las piernas y me levanté un poco el vestido, quería que lo viera bien.

Su mano apartó un poco mi ropa interior y empezó a buscar mi placer. Notaba sus dedos que muy habilmente, tocaban mi clítoris con un movimiento cada vez más intenso. Mi excitación crecía cada vez más, ya no me bastaba con sentirla, necesitaba tocarla...

- Me bajo en esta - me dijo en ese momento mientras apartaba su mano de mi sexo. Era la misma parada que la mía. Recordé entonces que había quedado con David, pero por otro lado no quería dejar aquello así. Quería continuar, necesitaba seguir experimentando con aquello que era nuevo para mí y me estaba gustando muchísimo.


Mientras me ponía la ropa bien le dije:

- Voy a casa de un amigo, si quieres podríamos continuar con ésto allí, aunque sé que no se conformará sólo con mirar - hice un gesto de despedida al señor del periódico, que volvió a esconderse tras él.
-¿Me estás proponiendo un trío? - contestó mientras nos bajábamos del tren.

Asentí y ella me siguió.
Era una buena manera de acabar el día.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La Chica De Los Patines

Era una tarde calurosa de verano. Yo había estado leyendo en la playa, en un lugar apartado, justo al final del todo, donde nadie iba y donde una pequeña playa era custodiada por enormes rocas, formando un espacio de soledad relajante que invitaba a sumergirte en el placer de la lectura.

Sin embargo, ya estaba atardeciendo y decidí retomar el camino hacia casa paseando tranquilamente por el paseo marítimo de la ciudad, con mi libro en la mano e inmerso en mis pensamientos. De repente, a lo lejos, una joven de larga melena rubia, se acercaba a gran velocidad deslizándose por la calzada con sus patines. Cada vez se acercaba más y más, y cuando ya estábamos casi a la misma altura veo que ella no cambia la dirección y decido echarme a un lado, pero, ante mi sorpresa, a mi izquierda una maravillosa pareja de ancianos cogidos de la mano me impedían el desplazamiento y, a mi derecha, un grupo de niños me obstaculizaba el movimiento.

Ante tal situación, no consigo reaccionar y me quedo inmóvil sin saber qué hacer, cuando súbitamente, la patinadora choca contra mí y nos caemos al suelo, quedándose ella encima mía y yo con la espalda en el cemento levemente dolorida. Ella me mira preocupada y yo le sonrío para tranquilizarla. En ese momento, con su cara a mínimos centímetros de mí, me doy cuenta de lo hermosa que es: sus ojos azules, brillantes y profundos como el propio mar que oíamos; su pequeña boca, muy sensual y de labios gruesos incitantes a besarlos; y su fina tez, irradiante de tal belleza natural, que ni los mejores artificios cosméticos podrían ni tan siquiera aproximarse.

Ella se levantó y me pidió disculpas. Yo le dije que no pasaba nada y le dije que donde estaba mi libro. Nos dimos cuenta que estaba en el suelo bajo un banco y que estaba prácticamente destrozado. Yo para suavizar la situación le dije que no pasaba nada, que lo importante es que ella y yo habíamos salido ilesos. Sin embargo, ella me comentó que eso no podía quedar así y que me resarciría por ello. Acto seguido me preguntó si sabia patinar, a lo cual yo contesté que si, y me rogó que esperara que vendría enseguida. Yo no sabía muy bien qué hacer, pero decidí esperar mientras me recuperaba del batacazo.

Minutos después, ella llegó y traía algo en una bolsa. Se sentó a mi lado, me dijo si había descansado y si podía ir con ella a una librería cercana porque me quería comprar otro libro. Yo en principio me negué, pero ante su insistencia accedí y entonces sacó de la bolsa dos pares de patines: unos para ella y otros para mí. Me quedé un poco desorientado, pero me los puse y me dejé llevar. Recorrimos varios cientos de metros hasta que llegamos al final del paseo marítimo, pero, ante mi sorpresa, en vez de girar en dirección hacia la ciudad, doblamos por un pequeño camino conducente a la playa. En un breve instante nos encontrábamos sentados en un pequeño banco situado muy cerca de la playa y recubiertos bajo una pequeña arboleda que nos ocultaba de la vista de la gente.

Una vez allí, ella me dijo que simplemente estábamos tomando un descanso, pues para ir hasta la librería aun quedaría mínimo un cuarto de hora. Yo le dije que no pasaba nada y que me había gustado el paseo, pues hacia mucho que no patinaba y me había divertido bastante haciéndolo. Entonces, ella se levantó, se puso frente a mí, me miró fijamante y de súbito se abalanzo hacía a mí poniéndose encima de mis rodillas y comenzando a besarme el cuello muy lentamente.

Yo, perplejo, le dije: “¿Qué haces?”, al tiempo que ella me susurró: “Cierra los ojos y déjate llevar, te aseguro que en un rato te habrás olvidado del libro y habrás dado gracias al destino por chocarnos”. Ante tales palabras mi cuerpo y mi cabeza no pudieron negarse y cerrando los ojos intente disfrutar del momento. Ella me seguía besando cada parte de mi cuerpo: a la vez que el cuello las orejas, luego subió a los labios para levantándome la camiseta seguir por todo mi pecho acariciando con su suave y mojada lengua los pezones. Seguidamente, su cuerpo se deslizó por mis piernas quedándose ella de rodillas en el suelo y mirándome a los ojos mientras lo hacía. Separó mis piernas agarrándolas por los muslos, y los acarició hacia dentro en busca de mis genitales. Los acarició, cogió, tocó y, todo ello, siempre mirándome fijamente mostrándome su cara de placer y deseo.

        Entonces saco mi pene por el lado izquierdo de mis bermudas y acerco su boca hacia él, rozándome la punta muy suave y levemente. Yo para ese entonces ya me encontraba completamente a su merced, me recosté un poco en el banco y deje todo mi ser en su poder: era suyo. Ella me movía el pene arriba y abajo mientras con la otra mano acariciaba mis genitales, contemplando todo bajo su ansiosa mirada. Segundos después empezó a lamérmelo de arriba a abajo, de abajo arriba, primero con la punta de su lengua y luego con toda ella, hasta que al final se lo metió en la boca y empezó a mamármela con vigorosidad, pero parando de vez en cuando, acelerando y bajando el ritmo alternativamente.

       A mí la situación me había puesta a cien, no quería correrme pero lo inesperado del acontecimiento, su belleza y el morbo que daba la posibilidad remota de que alguien nos pudiera ver, me hacía sentirme más y más encendido hasta que no pude y me corrí. Todo mi semen explotó en su boca expandiéndose por toda ella y haciéndola sentir lo calentita que estaba. Ella, sin embargo no paro, se lo tragó, pero ante mi sorpresa siguió mamándola y evitó que se emblandeciera, hasta el punto que, no solo tenía una nueva erección, sino que no perdí la otra y, ella, en seguida que vió que aquello no bajaría, se levantó, me cogió de las manos, me hizo levantarme y me lanzó hacia el suelo, dejándome boca arriba y colocándose ella encima sobre mi pene erecto. Empezó a follarme como poseída, nunca había notado tal fervor y apasionamiento. Mientras lo hacía, agarró fuertemente mis brazos como si quisiera sujetarme y no me pudiera mover. Aquello realmente me excitó, me está volviendo loco de placer y tenía la sensación que en breve volvería a salir mi espeso líquido blanco dentro de su cuerpo.

      Ella no paraba ni un solo momento, sus vaivenes cada vez eran más y más fuertes y más y más rápidos, al tiempo que gritaba: ¿TE GUSTA? ¿TE GUSTA? Córrete conmigo, yo te aviso, córrete!! Entonces me levantó hacia arriba, empezó a besarme fuerte y acaloradamente mientras seguía cabalgando encima de mí, hasta que finalmente exclamó: AHORA!!! AHORA!!! Córrete!!!. Yo lo hice al instante, ya no podía atrasarlo más. Al hacerlo ella de desplomó sobre mí y nuestros cuerpos quedaron tal y como se habían encontrado al principio. Ella encima de mí y yo con mi espalda en el suelo contemplando, otra vez, sus hermosos ojos azules, mientras que ella me decía al oído: ¿Quieres que vayamos por el libro?, a lo que yo conteste: “No, no quiero otro libro, guardare el que nuestro encontronazo destrozó, porque así siempre podré recordar este momento junto a ti.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Noche de Halloween

Era la noche de Halloween, y el día de antes recibí una anónima invitación en el buzón, con la hora y dirección de aquel lugar. Así que allí estaba yo, delante de aquel almacén, escuchando como se filtraba el eco de la música alrededor. Voy vestida para la ocasión con un corpiño negro de encaje con un culotte de cuero, medias oscuras hasta la pantorrilla con un liguero rojo en el muslo derecho, unas botas altas por encima de las rodillas y una chaqueta de cuero larga casi por las rodillas (tapándome lo justo). Mi pelo lo llevo con mucho volumen, la tez ligeramente pálida destacando así mis ojos con sombras negras ahumadas y, mis labios, rojos a conjunto con mis uñas duras y largas.

Me dispongo a entrar y, al abrir las puertas, se me quedan mirando al pasar. Los tíos me comen con la mirada y las tías con envidia. El sitio está muy bien ambientado, al ser viejo y oscuro, con luces parpadeantes, cosas colgando por todo el lugar... Me encamino a la barra a por algo de beber y me pillo un cóctel (Tequila y zumo de maracuyá y granadina). Mientras me lo bebo, percibo la silueta de un tipo con una mascara cubriéndole la cara, una cadena gruesa de hierro alrededor de su cuello y pantalones vaqueros rasgados, al igual que la camiseta, también rasgada y manchada con sangre.

Me quedo mirándolo detenidamente, sintiendo que lo conocía de algo, pero sin saber de qué. Él está apoyado en la pared, con los brazos cruzados despreocupadamente y hay algo en aquella postura que me recuerda a alguien. Al percibir que lo observo, me mira de arriba abajo deleitándose con cada parte de mi cuerpo, hasta que posa su mirada en mis ojos y me brinda una sonrisa que yo le devuelvo gentilmente.

Él no me quita los ojos de encima y sigue cada uno de mis movimientos mientras bailo, hasta que me dirijo hacia los baños y paso justo a su lado rozándole ligeramente el brazo. Al meterme por el pasillo que lleva a los servicios, noto que me siguen y miro hacia atrás, pero no veo a nadie. Sigo caminando por ese espacio oscuro, ornamentado con algunas velas encendidas por el lugar iluminándolo justo. Al doblar la esquina me choco con alguien y, al levantar la vista pidiendo disculpas, me doy cuenta de que es él: me coge del brazo y me arrastra hacia un cuarto lleno de trastos, cajas, un billar viejo con el tapiz descolorido y viejas maquinas de juegos. Me arrincona contra la pared ubicada detrás de nosotros. Forcejeo con él y él intenta cojerme las manos, pero no lo consigue y le saco la máscara, dándome cuenta de quién es (mi vecino del cuarto, con el que había tenido breves encuentros en el ascensor).

La sala estaba solamente iluminada por la luz de la luna, que se filtraba por las ventanas, sobre todo por una rota. Me apoya bruscamente sobre una de las maquinas, saliendo un leve polvillo por detrás de mí. Me coge por mis cachetes del culo y me sube, sin previo aviso, encima del billar, mientras nuestras miradas no se deslizan ni un ápice, rozando ligeramente mis labios impregnados de carmín pero sin llegar a tocarlos desplazándose hacia mi oído. Entretanto, abriéndome las piernas y metiendo su cintura en ellas, sube su mano derecha llevándola a mi nuca y girándome la cabeza conforme me  coge del pelo, al tiempo que lo levanta por detrás haciéndome estremecer de placer. Me baja la chaqueta un poco asta los codos, dejándome los brazos prisioneros en ella y ahí me besa apasionadamente, dándome pequeños mordiscos en los labios unidos a pequeños tirones. De ahí, baja por mi cuello, mientras me saca la chaqueta, liberando así mis manos para poner su cuerpo en ellas. Él aprisiona más sus caderas sobre las mías, sintiendo así como va aumentando mas la erección de su entrepierna sobre ellas. Me saca el corpiño desabrochándolo por delante, dejando mis pechos al descubierto y al alcance de sus dientes, provocando tal dureza en mis pezones y tal excitación en mis pechos que me dejan inmóvil mientras él los besa, acaricia y lame como si de mis labios se trataran. Vencida por la sensación en mis pezones, lo halo del pelo tirando su cabeza hacia atrás, posando mis labios en la base de su cuello y lamiéndolo hasta el lóbulo de su oreja, para allí darle un mordisco en la oreja por el ansia de sentir su piel y sigo el camino por su mandíbula hasta llegar a sus dulces y excitantes labios, dibujando su contorno con mi lengua antes de introducirla dentro de ellos.

Siento una sacudida de placer al sentir una ligera brisa proveniente de la ventana, haciendo que mis pezones, húmedos por sus labios, se pongan aún más duros, lo que me estaba haciendo hormiguear mi piel. Mientras tanto, me susurra al oído que le diera la mano, se la doy y me guía con la suya a lo más profundo y caliente de su pelvis. Frota mi mano sobre ella por encima del pantalón y notando como su polla está a punto de estallar, por lo que me dispongo a meter mi mano en ellos, bajándole los pantalones y, para mi agrado, sin ropa interior, excitándome más al sentirla en mis manos dura, firme y exuberante. La deslizo en mis manos con una leve presión, arrastrando mis manos por toda ella desde la base hasta llegar al glande, acariciándolo y recorriéndolo, a la vez que con mi otra mano también acaricio sus testículos. Yo quiero comérsela entera, lamerla fuertemente e introducirla hasta el fondo de mi garganta, pero cuando me dispongo a bajar del billar, me para sacándome el culotte y el tanga de golpe, volviendo a posar sus caderas sobre las mías, sintiendo su polla sobre mi coño húmedo y con ganas de sentir su polla dentro de mí. Me penetra fuertemente, yo grito de gozo sucumbiendo al placer de sentir su polla dentro de mí y ahogando mis deseos de ella, terminando de calentar el resto de mi cuerpo al tener el suyo sobre mí. Él entra y sale sin descansar, mientras yo me zarandeo con cada una de sus violentas y apasionadas envestidas.

El disfrute es brutal y me corro, pero él continúa perforando mi húmeda vagina hasta que finalmente la saca, se pone de pie frente a mí y se corre alrededor de los pezones que él endureció y aún permanecían así, pues mientras me follaba no dejaba de chuparlos ni un segundo. El gime de placer y yo noto como su húmedo semen recorre mi cuerpo desde mis pechos hasta mi vagina, para, una vez cercano ahí, coger uno de mis dedos y subirlo de la vagina a mi pecho, recogiendo gotas de él y llevándome el dedo hacia mi boca, para lamerlo con mirada lasciva. Entonces él me mira, me besa en los labios, coge su máscara, se sube los pantalones y se vuelve a las fiesta desvaneciéndose entre la gente. Yo, sin embargo, me quedo allí, tumbada sobre el billar y al recordar su polla dentro de mí empiezo a tocarme en busca de un nuevo orgasmo que alcanzo en breves instantes y alivia mi sed hambrienta aún de sexo. Una vez satisfecha, me visto, me vuelvo a la fiesta y bailo como si nunca hubiera pasado nada, aunque esa noche, al volver a casa, escribo esto en mi diario para nunca olvidar lo sucedido. 

jueves, 21 de octubre de 2010

INAUGURACION BLOG

     En este Blog podréis encontrar un espacio donde dejar libre vuestra imaginación, saciando todas aquellas cosas que siempre quisisteis hacer y nunca os atrevisteis a realizar, dejaos llevar, viajar por vuestra mente y sentiros uno mismo con la historia, veros reflejados en ellas. Sentir cada palabra, "cada frase", como vuestra.            

    Sumergiros en la cueva del amor, inundaros de la energia del romanticisimo fluyendo como la brisa del mar y sentir el erotismo del movimiento de las olas sobre las rocas, imitando el suave balanceo de amantes apasionados.

    Y sobre todo DISFRUTAR con vuestro cuerpo, acariciarlo, sentirlo, palpar cada centímetro...

     Espero que os guste y os animéis a colaborar en este Blog. Gracias por visitarnos. Besos xxx Donde más los deseéis.......